cuando pisé tierra al bajar del barco pensé "uf, menos mal que hace sol".
así que me despedí del señor con el que compartí el viaje, saqué la cámara, me acomodé la mochila en la espalda y empecé a caminar.
el paisaje era totalmente distinto al de la visita anterior.
cuando llegué al margen del Río de la Plata (en el barrio antiguo), empezó a soplar aire y las nubes iban apareciendo, arrastradas por éste.
el liso azul se fue manchando de algondoncitos tímidos, y a penas veinte minutos después la frase con la que empecé el recorrido dejó de tener sentido.
las viejas y estrechas calles de Colonia parecían tener una relación especial con aquel sorprendente y amenazador cielo encapotado.
y pese al frío que hacía, disfrute de cada paso que dí por las baldositas brillantes de la ciudad.